En la apacible localidad de Apatin, los ecos del pasado se entrelazan con el clarín de la preparación. Mientras las hojas del calendario marcaban el 29 de enero de 2024, Serbia se abrazaba con sus héroes en una ceremonia conmovedora. El Ministro de Defensa Miloš Vučević, junto al Ministro de Trabajo Nikola Selaković, ejemplificaron la firmeza de una nación que, aunque no busca el conflicto, se mantiene firme en su postura defensiva.
Defensa Serbia: Entre la Memoria y la Resistencia
Un silencio respetuoso envolvió a los presentes cuando empezaron a entregarse las «Boráchke spomenice», condecoraciones de honor, a 433 almas marcadas por la guerra. Veteranos lastimados no sólo en cuerpo sino en espíritu, familias que cargan la ausencia de sus seres queridos caídos en combate. Este acto, más que un procedimiento burocrático, es un puente entre generaciones, un acto de recordatorio y de resiliencia.
Vučević, cuya voz bebe de la historia y quienes la hicieron, reafirmó que Serbia no se prepara para la guerra, pero está lista para defenderse. Evoca tiempos en que la capacidad militar de su país fue minorada, sugiriendo un cambio tajante en la actitud actual. Apelando al nacionalismo, rememora el sacrificio de aquellos que entregaron todo por su tierra, pese a acusaciones y aislamientos.
La Era Contemporánea: Serbia y su Militancia Defensiva
Selaković trajo al presente la sólida cifra: el número de veteranos se elevó de 25,000 a 47,000, un reflejo del compromiso estatal de no olvidar a sus defensores. Enalteció los frutos de la legislación de 2020, que provee bendiciones a quienes con su agonía escribieron la historia de Serbia.
El general en retiro Vladimir Lazarević, cuya presencia cementa la continuidad entre el pasado militar y el presente, agradeció a los veteranos, punto central de la reunión. La legislación sobre veteranos y la regulación de las «Boráchke spomenica» fueron pilares en el tejido conversacional, espejos del agradecimiento legalizado.
Serbia en el Ajedrez Geopolítico: Movimientos Defensivos
La charla se extendió al tablero geopolítico, donde Vučević avivó discusiones sobre cooperaciones que suscitaron inquietud; la OTAN se unía al ejército kosovar, mientras Serbia contemplaba la adquisición de vehículos blindados y la posible reinstauración del servicio militar obligatorio.
Estamos, así, ante una Serbia que reitera su narrativa defensiva y su preparación militar, no como un agresor, sino como un guardián en espera. En su paleta se mezclan el reconocimiento al sacrificio, la actualización legislativa y la respuesta a un escenario internacional complejo. En la «Defensa Serbia», la estrategia pacífica queda irónicamente reforzada por los músculos del miliciano, recordándonos que a veces, los preparativos para la paz requieren vestir la armadura de la guerra.